Tomado
de El País
de España.
lunes, 11 de mayo de 2020
El cuento del Trinche.
jueves, 7 de mayo de 2020
22 de junio de 1986
Por Eduardo Sacheri
Para junio de 1986 yo llevaba un año y un mes de novio con
Gabriela, una morocha de ojos enormes y curvas inquietantes que me tenía
absolutamente encandilado. Éramos chicos, eran otros tiempos, y su familia me
ponía las cosas un tanto difíciles. En sus conversaciones, en sus permisos y
sus prohibiciones, yo no conseguía traspasar la categoría de “amiguito”. Solo
Gabriela –Gaby, como la llamaba todo el mundo- aludía a su “novio”. Ni su
padre, ni su madre, ni su hermano mayor, utilizaban semejante calificativo para
mencionarme. En realidad, supongo que me mencionaban lo menos posible. Y cuando
lo hacían, era para unir mi nombre al de alguna prohibición. No, no podés salir
el sábado a la noche con Eduardo. No, no queremos que Eduardo te visite en las
vacaciones en Villa Gesell. No, no nos parece bien que vayas a la casa de
Eduardo. No, no nos importa que en su casa estén su madre y su hermana. No, no
estamos de acuerdo en que te pases media hora hablando por teléfono con tu
amiguito Eduardo. Cosas así.
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