Todos sabemos
que el machismo
es predominante en
Arabia, incluso al
limite de prohibir
la entrada de
las mujeres a
los estadios de fútbol.
Pero uno de
los países que
ha sufrido más
esta restricción es
Irán. La última
vez que el
sexo femenino había tenido
la oportunidad de
hacer presencia de
la fiesta futbolera
fue en 1979,
en el contexto
del triunfo de
la Revolución Islámica.
Este hecho
que llenó de
jubilo a las
mujeres iraníes se
presentó el jueves
10 de octubre,
en el partido
entre Irán y
Camboya, con triunfo
para el equipo
local por un
marcador de 14-0
en el estadio
Azadi, ubicado en
la zona oeste
de Teherán. Aquí
las mujeres
ocuparon cinco sectores
de las gradas,
separadas de la tribuna de
los hombres. Este
es un estadio
para 78.000 personas.
Con relación
a las mujeres
periodistas, también pudieron
ingresar al estadio
pero a una
zona VIP, sin
acceso a las
tribunas donde se
encontraban las aficionadas. Según
la Federación Iraní
y la FIFA,
las periodistas estaban
buscando más facilidades
para ejercer su
trabajo en este estadio, pero
finalmente pudieron ingresar.
Pero queríamos
llegar en este artículo
a
un hecho que generó un
precedente en el
rol de la
mujer dentro del
contexto del fútbol
femenino. Y aquí
nos referimos al
suicido de Sahar
Khodayari, de 29 años, quien intentó ingresar
al estadio el
pasado lunes 9
de septiembre, disfrazada
de hombre. Y
a raíz de este hecho,
la FIFA le
solicitó a la Federación Iraní
un cronograma de
partidos donde las
mujeres pudieran comprar
boletos para ingresar
al estadio.
La prohibición
de las mujeres
en los estadios
de la Asia
Arábiga, no es
algo de hace
unos pocos años,
es un aspecto
que hace parte
de la cultura
machista de estos
países, y que
en términos reales
querían mostrar la
superioridad del
hombre sobre la
mujer.
Pero lo
que ocurrió el
pasado jueves 10 de octubre,
está demostrando que el fútbol
es el reflejo
de la sociedad,
y por ende
la mujer
tiene que hacer
parte de la
globalización e inclusión
social que se
esta viviendo en
el mundo actual.
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