La
increíble historia de
la mascota del
Junior
Tomado
de: Habla El
Balón.
El origen del disfraz inicia hace cuarenta años, cuando
un barranquillero genio, Oscar Borrás, decidió ir al estadio con un disfraz de
tiburón hecho con papel maché, alambre y cartón. En ese entonces, el apodo del
Junior era ‘Los Miuras’, una raza de toro bravo muy deseada en las corralejas.
Y no fue sino que Óscar, integrante de un equipo de natación llamado ‘Los
Tiburones’, llegara al estadio para revolucionarlo todo y cambiarle el apodo al
equipo.
Entrando al nuevo siglo, el tiburón se fue poniendo viejo. Le llegaron
los años y, según las directivas, perdió la gracia. Los Char, canallas, le
quitaron la entrada libre al estadio —sin ninguna despedida, ni nada— y lo
remplazaron con un tiburón más joven, más millenial, de plástico y además
inflable: ahora sí, el propio Willy. Los bailes, la alegría y su performance
costeño ciento por ciento, jubilaron, y, tristemente, tiraron al viejo de papel
a la basura.
El
personaje que vive dentro de él se llama Willy de La Hoz y a punta de aguante y
corazón se ha ganado el amor de todos los junioristas -y de todo el país.
Obvio, también, por su forma de ser: es un montador de primera y la Dimayor ya lo ha
sancionado por eso:
En las últimas declaraciones del viejo de maché, el olvidado que montó
la tradición y le dio el emblemático apodo al equipo, se siente el
resentimiento por el moderno inflable salserín. Para él Willy no es un tiburón,
apenas llega a «aborto de delfín». Y bueno
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